domingo, 15 de mayo de 2011

Tercero después de Pascua


TERCER DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


Un poco de tiempo, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver, porque me voy al Padre. Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: ¿Qué es eso que nos dice: un poco, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver; y me voy al Padre? Y decían: ¿Qué es ese poco de que nos habla? No sabemos lo que quiere decir. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: Un poco, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón; y vuestra alegría nadie os la podrá quitar.

San Agustín explica estas palabras de Jesucristo, Un poco de tiempo, diciendo que es el tiempo que nos separa del Juicio, en que veremos a Nuestro Señor.

De este modo, el tiempo de nuestra vida en la tierra es corto, modicum Mil años son ante vuestros ojos como el día de ayer que ya pasó…

En relación con la eternidad, nuestra vida es sólo un instante… Ojalá pensásemos a menudo en esta brevedad de la vida...

El recuerdo de esta verdad es saludable y beneficioso para todos, porque en la adversidad, es un motivo de paciencia; en la prosperidad, es una ocasión de desprendimiento; en cualquier situación, es una oportunidad para practicar el bien.


La brevedad de la de vida es, en primer lugar, un motivo de paciencia en la adversidad.

Nuestra vida en la tierra es una batalla continua, un tiempo de prueba y de aflicción.

Este mundo triste en que vivimos, es realmente un Valle de lágrimas

Entre los hijos de Adán, no hay ninguno que no haya sufrido, o que no deba esperar sufrir.

Pero, ¿dónde buscar fuerza y paciencia para soportar tanto dolor? Aquellos que tienen una gran fe y un verdadero amor de Dios, se alegran de sufrir, a fin de expiar sus pecados y merecer una corona más hermosa en el Cielo.

Se trata de los Santos…, y por desgracia, constituyen un pequeño número.

Aquellos que no tienen suficiente virtud, pueden por lo menos excitarse a la paciencia pensando que pronto sus sufrimientos terminarán.

Un prisionero o un exiliado, que sabe que su castigo pronto acabará, se siente alentado para soportarlo.

De este modo, la esperanza de ver pronto el final de nuestras penas y de nuestros males, nos da paciencia y consuelo.

Modicum Un poco de tiempo…


Además, en quien la fe no ha muerto se consuela y alienta al pensar que los sufrimientos de esta vida son meritorios ante Dios y dignos de recompensa.

Por un momento de tribulaciones, enseña San Pablo, tendremos un peso enorme de Gloria.

Dice San Beda el Venerable: “La inefable e infinita bondad de Dios ha dispuesto las cosas de tal manera que el tiempo de nuestro trabajo y de nuestras luchas no sea de larga duración, antes bien, por el contrario, que sea tan corto que puede llamarse un momento; mientras que el tiempo de la otra vida, que es eterna, sea la coronación y la recompensa. Por lo que nuestras dificultades, nuestro trabajo terminará pronto, pero su recompensa no terminará jamás”.


Por lo tanto, en nuestras enfermedades y pruebas, tengamos coraje y esperanza cristiana.

Si para una persona agonizante y sus deudos, esta perspectiva es dolorosa: Un poco de tiempo, y ya no me veréis…; la otra palabra del Señor seguramente puede y debe dar ánimo y fortaleza: de nuevo un poco, y me volveréis a ver… ¡La separación será tan corta!…

Llevando una vida santa, sufriendo y muriendo como buenos cristianos, pronto estarán juntos para siempre en las inefables alegrías del Cielo... Consolaos mutuamente con estas palabras, dice San Pablo; y la Iglesia las pone en su Liturgia de Difuntos…

Ánimo, y también paciencia en las tribulaciones, los reveses de fortuna o la pobreza... Ellos esconden, por el momento, la visión de Jesús; pero, modicum…, y Él no tardará en reaparecer.


La brevedad de la vida es, también, una ocasión de desprendimiento en la prosperidad.

La adversidad nos expone a las murmuraciones o al desaliento; pero la prosperidad es mucho más peligrosa, porque nos expone a olvidarnos de Dios y del Cielo, a descuidar la atención de nuestra alma, a aferrarnos sin medida a las cosas de la tierra.

El bienestar se convierte fácilmente en una fuente de pecados de orgullo, avaricia, envidia, lujuria, etc. Por eso Nuestro Señor asegura que es muy difícil para los ricos entrar en el Cielo. Busquemos entre las ocho Bienaventuranzas: la prosperidad no tiene cabida…

Por eso, el pensamiento de la brevedad de la vida es una excelente manera de desapegarnos de todos los bienes engañosos de la tierra: modicum Un poco de tiempo… y vas a morir… Y será necesario abandonar, voluntariamente o forzado, todas las riquezas, el lujo, los placeres, honores…

Todo esto pasará como la sombra, ¿y qué nos llevaremos a la otra vida?… Sólo nos quedará un sepulcro, sin duda, para nuestro cuerpo, que no sabrá dónde lo habrán puesto…

¿De qué nos habrán servido todos nuestros bienes, sino, quizá, para agravar nuestra responsabilidad, hacer nuestro juicio más temible y nuestra sentencia más terrible?


La brevedad de la de vida es, finalmente, una buena oportunidad para hacer el bien y practicar la virtud.

Después de todo, la vida nos es dada, no para dilapidarla, sino para servir al Señor, hacer el bien, comprar el Cielo, salvar nuestra alma.

No estamos en la tierra para otro fin.

Puesto que es así, y de hecho sabemos cómo la vida es corta, apresurémonos a emplearla bien; mientras tengamos tiempo, hagamos el bien.

Nuestros días están contados…, ¿cuál es su número? Este es el secreto de Dios…, pero modicum un poco…

Tratemos de santificar esos pocos días y de santificarnos durante ellos… Viene la noche, en la cual nadie puede obrar, dice Nuestro Señor.

¡Cuántos pecados a borrar, cuántas pasiones a dominar, cuántas faltas a reparar, cuántas virtudes a adquirir y cuántas buenas obras a realizar para merecer el Cielo y garantizar nuestra eterna felicidad!

Jóvenes, que juzgáis tener por delante muchos años todavía de vida… ¡Atención! ¡Cuidado!

Modicum… Tendréis que morir…, en unos días, puede ser…

Y aunque vivieseis hasta los noventa años, rápidamente pasarán ellos,… ese tiempo es un momento delante de Dios… Todavía un poco, y compareceréis ante el tribunal de la divina justicia.

Vosotros, que estáis en la plenitud de la edad, no os hagáis ilusiones; no os aseguréis diciendo: disfruto de excelente salud…, además tengo un médico excelente…

¡Cuántos hacen hermosos proyectos, abusando de la vida, permaneciendo en el abandono de sus deberes, en los mismos hábitos de pecado!…

¡Insensato! Esta misma noche entregarás tu alma…

No retardemos nuestra conversión, ni la penitencia, para garantizar nuestra salvación…

Modicum Un poco de tiempo…

Y vosotros, ancianos, ¿qué pensáis de vuestra vida? ¿No es para vosotros como un sueño? ¿Cómo el día de ayer, que ya pasó?

¡Como desaparecieron rápidamente vuestros setenta u ochenta años!… No tenéis setenta u ochenta… ya los habéis perdido… Sólo tenéis algunos pocos años más… un poco de tiempo, unos pocos meses, unos pocos días… Modicum Un poco de tiempo…


Apresuraos para reparar el pasado, multiplicar vuestras buenas acciones, vuestras oraciones, vuestras limosnas, vuestros actos de fe, de esperanza, de caridad, de contrición, para hacer el reembolso del préstamo cuando os llame Dios…, preparad vuestras lámparas, porque se acerca el Esposo…


Consideremos, pues, cómo es útil y saludable que recordemos a menudo la brevedad de esta vida...

Un poco de tiempo todavía a sufrir…, resignémonos con buena voluntad…

Un poco de tiempo todavía para “disfrutar” de la salud, las riquezas, los honores…, no nos dejemos distraer ni engañar; conservemos nuestro corazón libre, abierto y dispuesto para hacer el sacrificio cuando agradare a Dios…

Un poco de tiempo para preparar nuestra corona; apresurémonos antes que la muerte nos sorprenda.

Recordemos lo que dice la Imitación de Cristo:

Muy presto será contigo este negocio; mira cómo te has de componer.
¡Oh torpeza y dureza del corazón humano, que solamente piensa en lo presente, sin cuidado de lo por venir!
Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de morir.
Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana?
Mañana es día incierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?
Si es temeroso el morir, puede ser que sea más peligroso el vivir mucho.
Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos y se dispone cada día a morir.
Por eso está siempre prevenido, y vive de tal manera, que nunca te halle la muerte desapercibido.
¡Qué bienaventurado y prudente es el que vive de tal modo, cual desea le halle Dios en la hora de la muerte!
Ahora es el tiempo muy precioso; ahora son los días de salud; ahora es el tiempo aceptable.
Pero ¡ay dolor! que lo gastas sin aprovecharte, pudiendo en él ganar para vivir eternamente.
Vendrá cuando desearás un día o una hora para enmendarte, y no sé si te será concedida.
Trata ahora de vivir de modo que en la hora de la muerte puedas más bien alegrarte que temer.
Aprende ahora a morir al mundo, para que entonces comiences a vivir con Cristo.
Aprende ahora a despreciarlo todo, para que entonces puedas libremente ir a Cristo.
Ahora que tienes tiempo, atesora riquezas inmortales.
Nada pienses fuera de tu salvación, y cuida solamente de las cosas de Dios.
Granjéate ahora amigos venerando a los Santos de Dios, e imitando sus obras, para que cuando salieres de esta vida te reciban en las moradas eternas.
Trátate como huésped y peregrino sobre la tierra, a quien no le va nada en los negocios del mundo.
Guarda tu corazón libre y levantado a Dios, porque aquí no tienes domicilio permanente.
A Él dirige tus oraciones y gemidos cada día con lágrimas, porque merezca tu espíritu, después de la muerte, pasar dichosamente al descanso del Señor.


Un poco de tiempo, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver, porque me voy al Padre…